El movimiento está presente
en el hombre desde su estado embrionario, la forma esférica fetal en los
primeros meses de vida, conquistando la posición extendida. Inicia en su
pequeño mundo una tímida exploración de los estímulos externos, flujo
sedentario que obliga al entrenamiento del aparato neuro-musculas, es la lucha
de su peso para ganar la motricidad de sus articulaciones.
Preliminarmente se recrea al
infante con sus miembros superiores e inferiores, iniciándose así la toma de
conciencia del movimiento, para posteriormente descubrir y entender que estos
pueden ser sostenidos o súbitos,
vigorosos o leves.
Su movilidad primaria se
desarrolla naturalmente por medio del juego y se perfecciona posteriormente en
la experiencia dancística. Pero a nuestros niños y jóvenes solo se les
familiariza de cierta formación la música, donde los instrumentos musicales son
un motivo para experimentar, pero como su desarrollo psico-motriz es aun
fundamental es despojado del goce
refrescante de la danza. En los (5) años básicos de la escuela siempre se la
impone una cátedra de música, obteniendo contacto con sonidos y símbolos, mas
no reciben talleres de danza. Permitiendo en esta edad la evolución equilibrada
en los esfuerzos intelectuales y activo, de modo que el niño progrese física,
mental y emocionalmente.
En niveles superiores la
educación es más compleja, por ejemplo la educación física (área que tiene en
sus contenidos a la danza), esta mas dedicada al deporte que a la rítmica,
desaprovechando la oportunidad de formar el cuerpo, educarlo y desarrollar
destrezas para la práctica de la danza, privando al joven de darle formas adecuadas a su cuerpo,
adquirir seguridad emocional, y afianzar sus relaciones interpersonales.
El maestro debe propiciar en
sus educarnos la vivienda de los
factores del movimiento, ayudándolos a descubrir su ritmo interno, el cual está
presente en todas las instancias de la vida, a explorar y disfrutar las
posibilidades creativas de la música, que al fusionarse con el cuerpo enriquece
la totalidad del ser.
La danza no debe ser
apéndice del sistema educativo, sino un aspecto integrado a las materias que
componen mancomunadamente durante todas las etapas de la vida, la formación del
ser humano para así lograr su mayor realización física y espiritual.
La vida es una constante
danza, pues ella es el movimiento con el cual sentimos la imperiosa necesidad
de comunicarnos, creando un lenguaje corporal, posibilitando crear, innovar,
descubrir otras variaciones del movimiento
en la comunicación y en la relación con el entorno.
LA
DANZA FOLCLORICA POPULAR
En nuestro país se han
olvidado las técnicas populares de la danza indo-americana, prosiguiéndose con
el trabajo empírico, por lo cual el instructor de la danza, es comúnmente un
repetidor de su maestro. Es importante reconocerles a estos últimos la apertura
del espacio para el trabajo de la danza folclórica, obteniendo aciertos y
desaciertos, pero a parte de estos éxitos o fracasos, se les debe destacar el
ser pioneros en la búsqueda del camino para el cada vez más comprometido
análisis de nuestra cultura.
Escasos grupos o personas
han desarrollado un estudio sistemático y profundo de la danza folclórica y
popular, teniendo entre sus propósitos trabajar experimentalmente en la búsqueda
de nuevas formas de expresión, explorando de otras posibilidades de
comunicación por medio del movimiento, para comprender el idioma de su
corporalidad. Esto quiere decir que la mayoría de los grupos folclóricos pocas
veces cuestionan las danzas motivo de su quehacer, para saber si son
arqueológicas, están en vías de extinción o se encuentran vigentes. Desconocen
la función que esta cumple, su afán y
único anhelo, como es de sus maestros, es descubrir la danza más antigua y
desempeñar sus orígenes, olvidando la creatividad de nuestro pueblo, lo cual es
dinámica y según sus necesidades día a día va dando nuevos aportes.
LA
DANZA ACADEMICA
En los centros de enseñanza
de danza académica se ha encontrado que la cultura occidental es copiada en sus
movimientos, desdibujando nuestra identidad corporal. Que la danza occidental
es importada con una connotación colonialista, donde es más importante la
técnica que al análisis, vendida por los monopolios de difusión, cerrando los
espacios a la danza folclórica y tradicional.
Se ha dicho repetidas veces
que la danza clásica no corresponde a
nuestra corporalidad, ni pertenece a nuestra realidad histórica y la
técnica de la danza moderna o contemporánea son un compendio de movimientos
foráneos, tradicionales o populares.
La academia artística es el
negocio de moda, muchas carecen de pensum académico, maestros idóneos, espacios
adecuados, aprobación oficial. Donde una expresión danzada no puede ser
sistematizada, analizada o comunicada si quiera a través de una grafía. Esta
carencia de verdaderas escuelas de formación han hecho que el nivel de la danza
folclórica se haya demeritado.
Por fortuna se está
despertando en la actualidad una conciencia nueva, respecto al trabajo de los
aspectos teórico - práctico de la danza, pues no se puede seguir permitiendo
que se vea esta como un apéndice de la música o simplemente como una
manifestación de poca importancia que sentimentalmente despierta la música. Esa
nueva forma nos permite obtener un concepto diferente, una gran comprensión y
un conocimiento con profundidad ya que el empirismo no permite ver más allá de
su externa quedando la fantasía, la imaginación y el pensamiento cegados ante
nuevas formas de creación. la academia debe ser también un centro de
investigación, que nos permita rebosar los fenómenos y no quedarnos en la
contemplación.
En su producción artística
la academia debe pender por una proyección más dinámica y estructura de la
danza tradicional, en la cual haya una afinidad y coincidencia con la temática del hecho folclórico, pero
que no se confunda con él, pues, se advierte que son reelaboraciones que
procuran interpretar lo más fielmente el estilo tradicional.
No se trata de reproducir el
hecho danzario como se da en su ambiente
natural, sino de concebir nuevas propuestas, para mostrarle a un público pasivo, un espectáculo que en un
tiempo y espacio determinado le brinda lo más característico de la danza
tradicional de una forma agradable y fácil de asimilar.
ANTONIO
TAPIAS LONDOÑO